Un viaje CLUM al Sónar (Segunda parte)
Engañados nuestros estómagos, procedimos a enfrentarnos al blocor, otro final boss de aúpa. Nos hicimos con unas yonkilatas para facilitar nuestro paseo y poco a poco fuimos acercándonos a nuestro destino. Sin embargo, en la periferia, la escala humana brilla por su ausencia y pronto nos vimos obligados a tragar infraestructura a paladas. El paseo adquiría tintes épicos a medida que sorteábamos agresivas autopistas, puentes carente de aceras, túneles infectos y rotondas de cuatro carriles hasta que finalmente y gracias a nuestra fe, encontramos nuestro objetivo. No había tiempo que perder, así que nos metimos del tirón sin discusión alguna. El Sónar de noche es la otra cara del de día. Si bajo la luz del sol es festival es relativamente comedido, bajo la luz de la luna se torna en desproporcionado. Las salas se componen de naves de más de 100x100 metros de tamaño, tanto al aire libre como bajo techo y en cada una de ellas el sónido es demencial, pero de una calidad in...